La estrategia:
Teniendo claro el destino, me falta aún el camino, la estrategia a seguir, los pasos que han de llevarme a tu memoria. Tengo una idea, loca y atrevida, y además simple, mil veces probada por pobres bohemios enfermos de amores no correspondidos. Mi estrategia es tan absurda como clara. Primero debo saber quién eres, tus silencios, tus miradas, tus gustos, tus lugares, tus debilidades, tus excesos y limites. Para luego sin temor mostrarte quién soy, mostrarte mis palabras, mi rostro, mi compañía, mi olor, mis ojos, mi tacto, mis manías, mis mañas, mis debilidades… embriagarte de mí. He de caminar con sigilo para tomarte por asalto, pasos delicados que al final me han llevar a ti. He de instalarme en tu pensamiento de forma paulatina, pensarás en mí sin saber cómo ni cuando empecé a formar parte de tus días.
El inicio:
Creo que lo mejor es comenzar por saber quién eres, y por supuesto quien no eres, que tan diferente eres a quien me imagino, a la chica de mis pensamientos. Así empiezo a verte de a poco con tus gustos, tus excesos, tus ironías, tus monotonías y sobretodo tus puntos débiles, las palabras detrás de tus palabras, los secretos detrás de tus miradas. Esas miradas ausentes que huyen de alguna caricia furtiva. Comprendo de a poco que eres feliz con la simpleza de un helado, o la compañía de un vino, con la locura de una caricia en tu rostro, o el roce de nuestras manos. Sé que te gustan las palabras espontaneas pero sinceras, la locura de alguna palabra inadecuada o la forma torpe y cómica de mi hablar.
La música:
Alguna vez di por sentado que nuestros días están rodeados de temas musicales, una canción específica para cada cosa que hagamos, no existe una tragedia o alegría, problema o logro que no sea recogida en alguna frase de alguna de esas canciones que nos invita a una copa más. Nuestra vida entera es un compendio de canciones, una vida sin música no es más que el boceto inconcluso y monótono de una historia insípida. Así que mi siguiente paso es interpretarte y redibujarte con música. Saber la música que rodea tu vida, la música que lloras, la que ríes, la que piensas, la que te duerme y la que te despierta. Y no es difícil, dibujo tu silueta y cada momento de tu vida con canciones que te describen, que te dibujan tal y como te soñaba, tal y como podrían describirle a algún enamorado esa chica alocada décadas antes de que nacieras. Un ser lleno de clásicos locos, eternos, increíbles, sutiles, bien pensados; con tintes de liricas modernas.
El compromiso:
Aprendo rápidamente que nos moldea la poesía, que estamos igualmente encantados y guiados por un mundo de símiles y metáforas, que guardas como yo, historias en papel, el alma de esas desdichas, alegrías, ilusiones o desgracias que escribimos, algunos en el aire, otros en pliegos que se amontonan sin esperanza en algún rincón sin alma, y otros más atrevidos que los muestran a quien por simple curiosidad o interés real les piden una muestra de su curiosidad creadora. Así, casi sin pensarlo y sin darme cuenta me comprometo a escribirte, aunque después de un breve razonamiento me doy cuenta que esta vez no ha de ser fácil, ha de ser algo diferente, para alguien que evidentemente es diferente. Divagan en mi mente frases, canciones, películas, historias al azar. Repaso tu imagen, la real y la imaginada, trato de dibujarte lo mejor posible.